Renuncio a toda esta aglomeración de sentidos y figuras de la cual me río a diario, en la que me reconozco, con toda la magnifica lógica detrás y toda la absurda necesidad oscura de toda aquella necesidad inmoral y la rara "inexplicable" capacidad nuestra de enfrentarla, residual y jugosa, en todas las direcciones y sin atribuciones ciegas, sin las que no podría vivir este aire, conocer esta tierra y sorprenderme cada vez que puedo, con una niña que me mira diferente y me dice papa.
1 de noviembre de 2012
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