Esperando, longi, como la tormenta su momento, un lugar conocido y el camino es el mismo, de vuelta convencido de un error, reconociéndose, mártir de una travesura, al fondo en un pozo sin dueño, sin luz y que no conoce atardeceres.
Te recuerdo que no es la primera vez que estás aquí desamparado y con sueño de amor, loco y ansioso de conocer la paz interior, relacionarse entregado con uno.
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