La destrucción se viste teñida de sabores amargos,
que arrancan la vista de quienes miran aquí,
espérame en las profundidades de lo cotidiano,
lanzando alaridos desde este mundo, feo, extraño.
Desviste la vida atrapada de sed,
mójate con toda la alegría y
desde un punto exacto en la cordillera de la sociedad,
atrapa la miel desgastada que nos queda.
¡Oh gran cielo que nos cubre!
Espéranos hijos del sol luminoso.
¡Oh gran océano que nos rodea!
concédenos la vida y danos tiempo.
Maravillosa exquisita travesura me dejaste al encuentro de razones por seguir,
que precisas e inquietas excitan el aire que me llena,
cuidadores de luz, siervos de las personas, todos los animales...
Déjenme seguir gozando mientras existan.
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